sábado, 21 de julio de 2007

¿Para qué bailar?


Es mi primera vez en la blogósfera y estoy emocionada, tanto tal vez como cuando por primera vez fui a una clase de ballet cuando era niña.


No lo puedo evitar. Me emociona hablar de danza, y sobretodo de ballet clásico, al cual llamaré de ahora en adelante ballet (a secas).


Quiero compartir mi experiencia personal y luego entenderán de qué manera uno puede beneficiarse con la danza, y así tal vez ustedes también se pongan en movimiento (o se animen a contarme qué es lo que sienten cuando bailan).


Empiezo. Dejé de hacer ballet por más de 10 años. Era una joven recién salida de la Universidad con muchas ganas de aprender en el mundo laboral, pero con un vacío dentro. Algo me faltaba. Pensando, descubrí que necesitaba llenar mi vida con algo más que el trabajo y demás obligaciones, algo que fuera solo mío, que me hiciera sentir que estaba viva.


En un primer momento me decidí por la natación, pero eso no era lo que buscaba. Pasaron unos días sin hallar el antídoto. Recuerdo que estaba en el cuarto de la tele y algo llamó mi atención; era un libro, un libro de ballet de Alicia Alonso (es la bailarina de la foto). Recuerdo cómo las imágenes me maravillaron, mi corazón se aceleró, mis pupilas se expandieron: tenía ante mis ojos la perfección. Eso era lo que buscaba.


Se preguntarán por qué si ya antes de niña había hecho ballet me resultó tan difícil darme cuenta que eso era lo que necesitaba. Por prejuiciosa y perfeccionista. Pensaba que las clases de ballet de adultos daban pena y porque el ballet fue siempre para mi la perfección.


Ya había tomado la decisión; volvería al ballet, pero con la advertencia de que si el ballet de adultos era realmente patético, o tal vez solo yo, me retiraría. Fue hace 5 años y 9 meses (octubre del 2001) y no he parado hasta hoy, y saben qué, no pienso dejarlo hasta que mi cuerpo aguante.


¿Qué he ganado gracias al ballet? Desde esa fecha me sentí más feliz, más segura de mí misma, con más ganas de vivir. De hecho me siento saludable (y también debo reconocer que aparento algunos años menor de lo que soy). Todo esto acompaña mi vida de manera permanente (esté o no en clase de ballet), pero cuando estoy en una clase es como si ingresara a otro mundo, me olvido de las preocupaciones, me esfuerzo (y me gusta), creo que disfruto hasta cuando la maestra me grita! Ah, me olvidaba, también mejoré mi postura.


Por todo eso y mucho más: Comando danza.


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